El consumidor español cada vez está más preocupado por su salud, dispone de más información a la vez que demanda más y es mucho más exigente en la gestión de su compra.

Esta es la conclusión a la que han llegado la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI), Asociaciones de Consumidores y Mercadona tras una encuesta realizada en el ámbito nacional, en el marco de un estudio global con título El nuevo perfil del consumidor en el que, a través de cinco capítulos, se va analizando al nuevo consumidor desde diferentes perspectivas. En el capítulo Nuevos hábitos de compra y consumo de alimentos, elaborado por CEACCU -Confederación española de organizaciones de amas de casa, consumidores y usuarios-, destaca la opinión de los consumidores sobre la comprensión y lectura de las etiquetas, así como sus demandas respecto a la comercialización de alimentos.

Etiquetas

El etiquetado de los productos alimentarios, a pesar de su cotidianidad, se ha convertido en un aspecto crítico desde el punto de vista de los derechos del consumidor. Incide, obviamente, en su derecho a la información -y, por tanto, en su derecho a elegir-, pero también en su derecho a la salud e, incluso, en la protección de sus intereses económicos.

La mayoría de los consumidores, nada menos que el 70%, no leen totalmente las etiquetas de los productos. Los motivos principales para sólo mirarlas parte o nunca son que están en letra muy pequeña (43%) y que el exceso de información requiere demasiado tiempo (30%). Los aspectos de las etiquetas a los que se presta más atención son, por este orden: las fechas, los ingredientes y el origen. Por eso no es de extrañar que el dato que resulta más útil de las etiquetas es precisamente la fecha de caducidad (25%) seguido de las normas de conservación y preparación (21%).

En cuanto a la opinión que merecen globalmente las etiquetas, en general los españoles son muy críticos: la mayoría (58%) censura que «responden más a los intereses de las empresas que a los del consumidor»; un 61% piensa que las etiquetas no satisfacen sus necesidades informativas y nada menos que un 81% considera que no reflejan las características reales de los productos.

La etiqueta ideal debería tener la letra más grande para un 30%, ser más clara y sencilla de entender (26%) y con palabras menos técnicas para un 19%. Una de las principales carencias del etiquetado para los consumidores se produce en los alimentos vendidos al peso por dependientes: carme, pescado, fruta, verduras… Ni más ni menos que un 75% no encuentra información suficiente en el establecimiento de venta sobre su categoría, composición, lugar de origen… Cuando se echa de menos esta información, un 31% pide a veces aclaración al vendedor y un 29% raras veces.

Las frases más atractivas

En cuanto a los ganchos del etiquetado, las frases de los envases que animan a la compra son: sin colorantes, bajo en materia grasa, sin azúcares añadidos y rico en fibras. En el lado contrario, las más disuasivas son: grasas parcialmente hidrogenadas y agentes conservadores.

Sobre las alegaciones de salud que aparecen en las etiquetas -cuida tu corazón, mejora tus defensas, leche con omega 3…-, los consumidores opinan que no aporta ningún valor adicional y son mayoritariamente muy críticos: un 73% considera que tanta información provoca confusión y un 67% que son poco creíbles.

Los consumidores, por tanto, según este estudio, no lo tienen fácil para tomar decisiones de compra adecuadas para su salud. Un 85% dice no entender la práctica totalidad de la información que aparece en la etiqueta.ETIQUETADO