La oferta de productos libres de alérgenos o gluten ha aumentado en España pero aún es insuficiente para satisfacer la demanda del creciente número de alérgicos e intolerantes alimentarios, según coinciden en destacar profesionales y pacientes en el Salón de productos y servicios para Alergias e Intolerancias Alimentarias (SalAIA), que se celebra hasta el sábado 13 de junio en Madrid. Las ventas de este tipo de productos ocupan tan solo en torno al 4% del conjunto total del sector alimentario, muy lejos del 20% de Alemania o el 18% de Francia, lo que resulta en un “encarecimiento de la compra y en una dieta más reducida”, advierte Inmaculada Abad, directora de SalAIA (www.salaia.com).

Sin embargo, la cantidad de alérgicos e intolerantes a alimentos “se ha duplicado en los últimos años”, advierte el doctor Pedro Ojeda, secretario de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). El 5 % de los adultos y el 8% de los niños sufre alguna alergia alimentaria, según los últimos estudios de revisión, aunque algunos investigadores elevan la cifra a entre el 15 y el 20% de la población infantil, con una tendencia destacada a aumentar. Las intolerancias alimentarias son más difíciles de establecer pero se calcula que pueden extenderse a entre un 23 y un 25% de la población. De hecho, se estima que más de 450.000 personas pueden padecer celiaquía en España y, de ellas, el 75% de los casos no están diagnosticados, según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España.

“La industria alimentaria ha reaccionado fabricando sustitutivos de la leche y el huevo, las principales causas de alergia alimentaria, así como elaborando alimentos sin gluten, para los que existe una gran variedad”, explica Inmaculada Abad. Sin embargo, “pocas empresas fabrican sin alérgenos”. Además, advierte, “existe una clara falta de productos sin fructosa. Es más, para quitar el azúcar, la industria introduce más fructosa”. También señala que “hay también un déficit importante en productos como los embutidos, que suelen llevar leche, y gluten”. Incluso el jamón serrano incluye lactosa. Por otro lado, “tenemos que tener en cuenta a las personas que no toleran bien algunos conservantes como el E90”, añade.

Los alérgenos alimentarios más comunes son la leche de vaca, el huevo, los frutos secos, en especial el cacahuete, la soja, el marisco y el pescado. La alergia a la leche y al huevo suelen desaparecer con la edad pero la alergia a frutos secos persiste.

Entre las causas del incremento de las alergias e intolerancias alimentarias en los países desarrollados figuran, según el doctor Ojeda, “un ambiente menos expuesto a gérmenes, lo que hace que nuestro sistema inmunológico no desarrolle las respuestas de tolerancia apropiadas”. También influye, asegura, “el consumo de alimentos elaborados industrialmente, que pueden modificar la respuesta del sistema inmunológico al contener aditivos que afectan a la microbiota intestinal”.

Las consecuencias de las alergias e intolerancias alimentarias en la calidad de vida de los pacientes son elevadas, advierte el doctor Ojeda: “La incertidumbre de no saber cuándo pueden estar expuestos a tomar un alérgeno o producto al que se es intolerante puede generar una situación de ansiedad continua y hay que estar siempre mirando el etiquetado”. A menudo, además, “se produce una situación de estigma, tanto en adultos como en niños”. En el entorno escolar, denuncia, “todavía hay colegios que prefieren que un niño con una alergia alimentaria grave vaya a otro centro”.

La anafilaxia o reacción alérgica grave se ha multiplicado por 7 en los últimos 10 años, según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), y entre un 10 y un 18% de las reacciones alérgicas alimentarias suceden en el entorno escolar. Sin embargo, según SEICAP, el personal escolar no está obligado a administrar el medicamento y todavía hay una deficiencia de formación en manipulación segura de alimentos.

Por su parte, el sector de la restauración, “es en el que más dificultades se pueden encontrar los intolerantes y alérgicos a alimentos puesto que todavía hay una deficiencia en formación y no hay una manipulación segura de los alimentos”, advierte el doctor Ojeda. Desde Madrid Salud se ha iniciado una campaña informativa sobre alérgenos “con el objetivo de proteger a los ciudadanos con alergias o intolerancias alimentarias”, señala Ana Adela Pérez Fuentes, jefa del Servicio de Coordinación del Instituto de Salud Pública de Madrid Salud. La estrategia se basa en el control de alérgenos y sustancias que provocan intolerancias y la divulgación de información básica sobre las distintas consideraciones a tener en cuenta en el etiquetado de alimentos así como en aquellos sin envasar.